domingo, 13 de enero de 2008

ASOMABA MI PIECECITO

Es fácil comprender que yo, cada vez que veo alguna embarazada, miro para su barriga y pienso: ¡Anda que no está bien y cómodo ése! ¡todo el sitio para él! ¡privilegiado! En cambio yo.... Volviendo al seno materno y las vicisitudes que allí pasaban, pronto empezamos a darnos cuenta de que a medida que nos hacíamos más grandes, teníamos menos espacio, y la convivencia se iba haciendo insoportable, así que llegó el momento de plantearse: habrá que salir. Habrá. Pero ¿por dónde?. Pues no se. Debe ser hacia abajo. Sí. ¿no será por ese sitio tan estrecho?. Ah, pues yo no veo otro. Mi lo que fuese dijo que por ahí no pasaba. Que ni hablar. Que yo primero. Pues alguien tendrá que intentarlo. Cuando quise darme cuenta, era inevitable. El otro se había ido tan arriba, que me aplastaba hacia el temible túnel. Y yo tengo que reconocer que ya sentía curiosidad de lo que nos íbamos a encontrar al salir. Así que tímidamente estiré una patita y empecé la exploración. Noté que según movía el piececito, el espacio se encogía, como para acariciarme, y se volvía a ensanchar, para dejarme sitio y animarme a continuar. Supe que mi pie estaba fuera porque sentí un cosquilleo. La mano de mi madre exploraba, sorprendida (eso nos contó). Y todo se agitó a partir de ese momento. Alguien tiraba de mí hacia fuera y por un momento sentí arrepentimiento. Al fin y al cabo, no se estaba tan mal dentro. ¡¡¡Niña!!! (Así me enteré de lo que era). Un fuerte tirón, y ¡un frío.....! Alguien me dio unas tortitas (¡ja, tortitas!). Empecé a llorar y gritar muy, pero que muy fastidiada, en una postura que nunca había tenido: toda estirada y cabeza abajo. Encima, todos se reían.

No hay comentarios:

FALDON DE CRISTIANAR

FALDON DE CRISTIANAR
Con este faldón se bautizaron nuestro padre y nuestro abuelo.