lunes, 24 de marzo de 2008

MAMA CUENTA A PAPA NUESTRO NACIMIENTO

Carballo, 30 de julio de 1949.

Queridísimo Pepino mío: Te debía haber escrito ayer pero por la mañana estaba fatigada y por la tarde vino tanta gente a casa que me fue imposible. Vinieron los señores de Faustino el Abogado, los hijos, Chelito la de Telégrafos y estaban además Alicia y la Costurera. Después ya tuvimos que cenar y como mi hermana iba en una excursión que organizaron en dos ómnibus a una playa, salimos a esperarla con la sana intención, yo, de escribirte pero como hay restricciones de luz hubo un apagón a la una y media hora en que nos acostamos después de recibir a la excursionista.

Hasta dos párrafones más arriba tenía escrito pero llegó la partera y ya hasta hoy día 1º de Agosto, a las 11, no pude seguir. Había ocurrido lo siguiente: sentí un dolor fuerte en la parte baja y me noté mojada por lo que supuse que era la bolsa de las aguas. El tal dolorcito me despertó y serían las diez y media de la mañana. Llamé a mamaíta y me fui al retrete, pero me notaba una cosa rara en la parte de delante y decidí acostarme porque de la otra vez así me lo mandara la partera. Cuando ésta llegó ya estaba yo muy molesta y llena de malestar y tenía de vez en cuando unos dolores que me hacían morder los labios. Esto era sobre las once u once y media. Como continuase sintiendo las molestias aquellas como si tuviese unas patitas allí, se lo dije a Amelia que me vió y ya salió disparada de la habitación volviendo un poco nerviosa a decirme que la criatura se presentaba de pies y que ella para salvar su responsabilidad opinaba que se llamase al médico rápidamente. A mí me dio un vuelco el corazón ¡Estaba tan reciente lo de una mujer de aquí! Y podría seguir la racha, pero no me alteré, pedí que me diesen un sellito del Perpetuo Socorro y que llamaran a Garabal que es el que más confianza me ofrecía; llegó inmediatamente. Sólo tuvo tiempo de sacar la chaqueta y arremangarse, me metió la mano recomendándome que estuviese tranquila para conservarse él sereno y poder hacer bien todo. Mamaíta me tenía una mano apretada y le caían las lágrimas. Yo invocaba bajito a nuestra Virgen y le pedía que me ayudase. Sacó una piernecita, luego otra y dijo “¡niña!”. Yo parecía próxima a reventar, la retorció, yo hice un esfuerzo y salió. Cuando yo me creía ya aliviada dijo el médico: “aquí está otra”. Aquello ya no me gustó tanto pero me encontraba tan mal que en aquel momento no me importaba nada pues me veía muerta ya. La otra gemelita estaba aún más mala de salir, pasaron diez minutos de masajes y aplastarme la tripa hacia abajo y otra vez me metieron la mano hasta el codo volviéndola a sacar para desinfectar. Al meterla de nuevo rompió otra bolsa de agua que impedía que saliese la criatura, le dio una vuelta a ésta y empezó a sacarle primero una pierna, luego otra, luego todo pero con mucho cuidado y con mucho dolor. Parecía que me abrían toda. Una había nacido a la una y otra a la una y diez y luego la dificultad mayor fue la salida de las placentas. Tuvieron que sondarme para vaciarme la vejiga de orines y después de mil trabajos, mi mamá llorando apretándome la mano, el médico rojo de prisa, ansiedad y nervios. La partera alterada también, ví salir al fin todo aquello. Con cada cosa que salía iba un montón de sangre. Yo miré a las gemelitas en la cama de al lado. El médico decía ¡qué bien criadas! ¡qué bonitas! ¡mi niño no era más que una sola de ellas!. Mamaíta me besaba llorando ¡no te preocupes, el caso es que tú estés bien... Yo no había gritado nada, nadie me oyó, sólo invoqué a la Virten y te nombré a ti pero en voz bajita, sin moverme, pero viéndome ya en el otro mundo. Algunas amigas de mi mamá y mías entraron en la habitación, unas me besaban, otras me tomaban la mano, pero yo me iba encontrando mal, mal, se me borraban las cosas, los cuadros, las caras. Me iba quedando helada, sin pulso, dije que me encontraba muy mal casi sin voz y cerré los ojos. Noté que mi hermana me besaba llorando, que me tomaban el pulso que me ponían manos en la frente, que decían ¡qué fría está! Y me dejé estar así quieta, con los ojos cerrados, pero oyendo voces llena de una gran indiferencia por todo, y pensando que mi caso sería otro como el de la pobre mujer que muriera tres días antes. Luego cuando abrí los ojos ví todo más claro, me trajeron un vaso de leche y me reanimé un poco y enseguida pedí dos bisteks con patatas fritas dispuesta a luchar por la vida y me encontré perfectamente un poco dolorida e incómoda ¡nada más!. Me enseñaron las gemelitas. Dicen que para ser recién nacidas son muy bonitas, miden una 50 cmts. Otra 51. La primera, la de los 50 pesa 3 kilos menos cuarto. La otra 3. La más gosdita fue la primera en salir. Son muy pacíficas pero salieron con mucha hambre y ya les apliqué el pecho aunque todavía no me subió la leche pero se agarran a él y chupan y muerden de tal manera que sólo metiéndoles el dedo de palanca puedo arrancárselo.

Las niñas ya han recibido de regalo dos pulseritas de plata, y unas Virgencitas de Fátima de la madre de Paco Luis, dos pares de patucos y dos baberos color rosa de una hija de la señora de la medicina aquella, doscientas ptas. Para comprarle lo que queramos de la señora de un abogado, un juboncito color de rosa que me regaló además del blanco Ventura la malagueña.

Mi habitación está siempre llena de gente que viene a verme. Yo estoy muerta por levantarme y ponerme a coser para mis niñas. Mamaíta dice que quiere quedarse con una. Creo que me repondré antes de esto que de lo de José-Guillermo. Estoy mucho menos dolorida aunque muy débil todavía. Este cariñosísimo con las hermanitas, les dice nené y neninas en los más dulces tonos de voz. Las acaricia y les besa las cabecitas, no parpadea cuando las bañan. Hoy recibí el simpático telegrama que la querida familia de Sapaje me mandó contigo.

A María De los Angeles le dijiste que venías del 10 al 15 y sólo por 15 días y eso Pepino no puede ser únicamente que vengas con un mes pues yo sin ti no puedo irme y en tan poco tiempo no puedo marchas ¿o es que mi hermana no entendió bien?

Merceditas no recibió las telas. Debes preguntar por ellas, no vayan a extraviarse. Cuando vengas tráete mis zapatos blancos y los negros, pues al menos los días que esté aquí quiero disfrutar algo en plan de persona. Me emocionaste con lo que dices de mis diarios, bien sabes que no quiero a nadie como a ti. Conociéndote como te conozco hoy te quería aunque no fueses el padre de mis hijos. Me haces muy feliz aunque no tengamos dinero. Nadie lo es más que nosotros y tú no tienes la culpa de que no lo tengamos. Te quiere mucho más que nunca tu Fifí. Besos de los tres niños.

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FALDON DE CRISTIANAR

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Con este faldón se bautizaron nuestro padre y nuestro abuelo.